-Los que se suicidan jamás podrán ir al paraíso.
-Sí, ya lo sé. Ahí irán los policías, los abogados, los religiosos, los psicólogos y los porteros, la gente limpia. Yo soy una sucia rata, oficial. A mí el paraíso celestial, con sus angelitos tocando todo el día esas insufribles arpas, me resultaría más insoportable que el infierno.
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